EL DÍA QUE CONOCÍ A NOWITZKI por Alberto el Rojo

Corría el año 2005, sobre septiembre de ese año, y jugaba en la Fonteta España contra Alemania. Yo tenía intención de ir pero no había entradas, estaba un poco fustrado, cuando un amigo me dijo que le habían dado entradas para verlo y que si quería ir con él. Como vereis en las fotos no me lo pensé mucho, y de un día a otro estaba pasando a por él para ir a ver este partido. Del partido no me acuerdo mucho, pero los nuestros ganaron y a Garbajosa le rompieron la nariz.

La historia comienza al final del partido, cuando todo el mundo intenta acercarse a los jugadores fuera del pabellon para hacerse fotos. Esperamos y salen los jugadores de nuestro equipo, muy amables se dejan hacer fotos y tocar por los miles de fans que se vuelca en la salida de los vestuarios. Mi amigo (que es Salva, ex compañero de equipo) y yo parecíamos niños con zapatos nuevos. Nos hicimos fotos con los jugadores de la selección española que más nos interesaban, y que más predispuestos estaban a hacerse fotos. Este año Gasol no estaba y debido a esto el juagdor que más expectación levantaba era el alemán Nowitzki.

Cuando los nuestros se fueron nos quedamos esperando un rato para ver si nos podíamos acercar a la estrella teutona, pero después de rumores y espera estos jugadores no saldrían por la puerta principal sino por la de atrás, hasta entrar al autobús. Salva y yo nos miramos y pensamos que si queríamos una foto tendríamos que perseguirlo con el coche. Ya nos ves yendo rápido en el coche para ir detrás de este autobús en el que teníamos depositadas nuestras esperanzas de poder hacernos con un autógrafo de este jugador, y como si se tratara de una pelicula de cine negro, estábamos persiguiendo al autobús alemán por Valencia.

-Corre gira a la derecha que va por ahí (decía Salva)
-Más deprisa que se escapa (volvía)

Y cuando ya pensabamos que no pararía nunca, se detuvo (no preguntéis donde, que la memoria falla un poco). Aparcamos el coche mal y corriendo y esperamos en la puerta del hotel la bajada de los jugadores teutones. Cómo se quedarían muchos de estos cuando ambos chavales pasaban de ellos y sólo se centraban en la estrella bábara. Y con un inglés más de pueblo que los zapatos de careta le pedí que si se podía hacer una foto conmigo. Tampoco se le veía muy dispuesto, pero como éramos los únicos que estábamos ahí, se la hizo.